He visto a Dios detrás de un largo escritorio de nogal con sus títulos colgados en la pared detrás de él. Dios me pregunta:
— ¿Por qué?
¿Por qué hice tanto daño? ¿No me di cuenta de que todos y cada uno de nosotros somos sagrados, copos de nieve individuales de una singularidad especial y única? ¿Acaso no veo que todos somos manifestaciones del amor?
Veo a Dios tras su escritorio, tomando notas en un bloc, pero Dios se ha equivocado de parte a parte.
No somos especiales.
Tampoco somos escoria o basura.
Simplemente, somos.
Somos y ya está, y lo que pasa, simplemente pasa.
Y Dios dice:
—No; eso no es cierto.
Sí, vale. Lo que quiera. A Dios no se le puede enseñar nada.
Club de Lucha - Chuck Palahniuk