Nos obsesionamos por creer que las coincidencias son algo más, cuando simplemente nos damos cuenta de ellas porque estamos mirando cuando suceden. No pensamos en las veces en las que el azar no ha estado de nuestro lado.
Un día disparé y no dejé ninguna bala suelta, todas fueron a parar a ti. Tu corazón saltó volando por los aires, despidiendo el poco amor que te quedó.
Yo me dejé llevar, fue un simple bang bang. Que trágico final, se han muerto las palabras y ya no te quedan más balas...
El doctor Diamond contó lo que le había pasado a la hija de un amigo suyo. La pequeña había encontrado una rana en el jardín. Como la rana parecía estar muerta, sus padres le dejaron que preparase una sepultura: un agujerito rodeado de piedrecitas. Pero en el momento en que iban a enterrarla, la rana, que sólo estaba sin sentido, movió las ancas y volvió en sí.